Durante el primer año de la Revolución mexicana Díaz
renunció a la presidencia y abandonó el país. Francisco I. Madero fue electo
presidente, asumió su puesto en noviembre de 1911 e intentó conseguir
inútilmente la concordia entre las diferentes facciones de los revolucionarios.
Las revueltas sociales fueron protestadas por los embajadores acreditados en
México con el fin de asegurar el bienestar de los residentes extranjeros.
Especialmente el embajador Henry Lane Wilson exigió garantías para las
inversiones estadounidenses. Él y su gobierno estaban a disgusto con Madero, pues
éste había creado un impuesto a la exportación petrolera.
Bernardo Reyes y Félix Díaz (sobrino de Porfirio)
organizaron un golpe de estado, el cual fue apoyado por el embajador
estadounidense quién en el sótano de la embajada imprimió panfletos para conseguir
adeptos a la rebelión que comenzó el 9 de febrero de 1913 y que fue conocida
como la Decena trágica. Madero designó a Victoriano Huerta para enfrentar la
rebelión, el embajador estadounidense incitó a Huerta a unirse a los
porfiristas por medio de llamado Pacto de la Ciudadela. La traición de Huerta
culminó con los asesinatos del presidente Madero y del vicepresidente José
María Pino Suárez. La voz popular para señalar la política intervencionista de
los Estados Unidos, rebautizó el acuerdo como el Pacto de la embajada.
Foto de Emiliano Zapata.
Retrato de Venustiano Carranza
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